La clave para construir igualdad en municipios rurales: Planes estratégicos de prevención contra la violencia de género
La violencia de género es una problemática que trasciende contextos y fronteras, pero en los municipios rurales adquiere características específicas que requieren respuestas adaptadas. La dispersión geográfica, la menor oferta de servicios y la invisibilidad de ciertas formas de violencia pueden agravar la situación para las mujeres en estas áreas. En ACG Consultora de Igualdad de Género, creemos firmemente en la necesidad de desarrollar e implementar planes estratégicos de prevención contra la violencia de género en los municipios rurales. Estos planes, no son solo documentos en papel; sino herramientas organizacionales y compromisos reales de transformación social, haciendo de la prevención una tarea compartida y efectiva.
ACG consultora de igualdad de género con enfoque de ruralidad. Ainhoa Cuadrado Aybar.
12/26/20244 min read


Un plan estratégico es una hoja de ruta diseñada para abordar de manera integral y coordinada la prevención, detección, atención y erradicación de la violencia de género. En el ámbito rural, su importancia radica en:
Adaptación a las realidades locales: Identifican y abordan las particularidades de las comunidades rurales, como el aislamiento geográfico, la accesibilidad a los recursos y servicios o la menor visibilidad de las víctimas.
Coordinación de recursos: Garantizan la colaboración entre servicios sociales, educativos, sanitarios, asociaciones y cuerpos de seguridad, optimizando los recursos disponibles.
Empoderamiento comunitario: Fomentar la sensibilización y el compromiso de la ciudadanía en la prevención de la violencia de género, promoviendo una cultura de apoyo y solidaridad en el entorno local.
Los pilares fundamentales de un plan estratégico en contextos rurales
Un plan estratégico efectivo debe apoyarse en pilares clave que garanticen su impacto. Desde nuestra experiencia en ACG Consultora de Igualdad de Género, destacamos los siguientes:
1. Prevención desde la base
La prevención es esencial para evitar que la violencia de género continúe normalizándose. En los municipios rurales, esto implica realizar campañas de sensibilización adaptadas al contexto local, donde los valores comunitarios y la cercanía interpersonal juegan un papel fundamental.
La colaboración interinstitucional con centros educativos, asociaciones vecinales y otras entidades es clave para generar conciencia, y promover relaciones basadas en el respeto y la igualdad.
2. Formación para la detección temprana
Los profesionales de sectores como la salud, la educación, los servicios sociales y la seguridad tienen un papel crucial en la detección de casos de violencia de género. Para ello, es imprescindible contar con profesionales con formación específica en igualdad de género que puedan identificar señales de alerta y actuar con rapidez y eficacia. La formación no solo mejora su capacidad técnica, sino que también refuerza su sensibilidad y compromiso hacia las mujeres víctimas, garantizando una atención respetuosa y empática.
3. Atención integral a las víctimas
En contextos rurales, la atención integral a las mujeres víctimas de violencia de género debe incluir apoyo psicológico, asesoramiento jurídico y recursos de protección inmediata . Sin embargo, para que esta atención sea realmente efectiva, es fundamental que los equipos que prestan estos servicios sean accesibles y estén presentes en el territorio.
La dispersión geográfica y la falta de infraestructuras en los municipios rurales a menudo dificultan que las mujeres accedan a los recursos necesarios en situaciones de violencia. Por ello, es esencial, como hemos dicho anteriormente, contar con equipos especializados que no solo comprendan las particularidades de los entornos rurales, sino que también estén básicamente disponibles en las comunidades.
La proximidad de estos equipos, garantiza que las víctimas puedan recibir una atención rápida, personalizada y adaptada a su realidad. Además, su presencia en el territorio contribuye a crear confianza y reducir el aislamiento que muchas mujeres experimentan en estas áreas, facilitando su acceso a los recursos y fomentando su empoderamiento para romper con el ciclo de violencia.
Invertir en la formación y el despliegue de equipos especializados en las zonas rurales no es solo una cuestión de logística, sino un compromiso con la igualdad real y efectiva. Estos equipos, además, deben coordinarse con las instituciones locales y comunitarias para fortalecer las redes de apoyo y garantizar un acompañamiento integral y continuo a las víctimas. Así, llevar los servicios al territorio no solo mejora la atención a las mujeres víctimas de violencia de género, sino que también refuerza el tejido social de los municipios rurales, promoviendo comunidades más seguras, cohesionadas y comprometidas con la igualdad.
4. Coordinación interinstitucional
El éxito de cualquier plan estratégico radica en la colaboración eficaz entre las instituciones y entidades locales. Crear protocolos claros que definan responsabilidades, acciones y tiempos permite que todas las partes implicadas trabajen juntas hacia un objetivo común: erradicar la violencia de género. Esto garantiza que todas las instituciones involucradas, desde servicios sociales hasta fuerzas de seguridad, compartan una visión común y trabajen desde el respeto, la empatía y la comprensión de las particularidades del entorno rural.
Por otro lado, para asegurar que el plan estratégico cumpla con su propósito, es fundamental establecer indicadores de seguimiento que permitan evaluar los resultados obtenidos y detectar áreas de mejora. Un sistema de evaluación periódica facilita la adaptación del plan a nuevas necesidades y desafíos, garantizando su efectividad a lo largo del tiempo.
Desde ACG Consultora de Igualdad de Género, defendemos un enfoque de ruralidad, que ponga el foco de la mirada dentro, valorando las fortalezas de las comunidades locales y atienda sus vulnerabilidades específicas. En los municipios rurales, la construcción de igualdad debe ser un proceso que involucre a toda la ciudadanía, promoviendo la corresponsabilidad y reconociendo la diversidad de las realidades que enfrentan las mujeres en estos contextos.
Por todo esto, diremos que, los planes estratégicos de prevención contra la violencia de género son más que documentos sobre papel; son herramientas transformadoras para construir comunidades más justas y seguras. En los municipios rurales, donde las particularidades locales requieren respuestas específicas, estos planes representan una oportunidad para actuar desde la cercanía y la comprensión de las realidades propias, una fortaleza inherente a las características del entorno.
El éxito de estas estrategias radica en el compromiso institucional, la participación activa de la ciudadanía y la profesionalización de los agentes sociales implicados.
En ACG Consultora de Igualdad de Género, tenemos el compromiso de acompañar a los municipios rurales en el diseño e implementación de estas estrategias, porque creemos que solo desde lo local es posible construir un futuro donde la igualdad y el respeto sean el centro de nuestras comunidades.
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